sábado, 22 de noviembre de 2025

Los mapas del alma: La tejedora de memorias

 



La tejedora de memorias

 

No tiene aguja. No tiene telar. No tiene patrón. Pero todo lo que toca se convierte en trama. La tejedora de memorias no trabaja con hechos: trabaja con vibraciones. No busca precisión: busca resonancia. No ordena cronologías: revela sentidos.

 

Aparece cuando el alma se abre. Cuando una emoción no tiene explicación. Cuando un recuerdo se mezcla con un sueño. Cuando una frase ajena parece propia. Ella no pregunta. Ella escucha. Y mientras escucha, teje.

 

Teje con hilos de infancia, con hebras de otras vidas, con filamentos de pactos invisibles. Su tejido no es lineal: es espiralado, orgánico, vivo. Cada punto une lo que parecía separado. Cada nudo revela lo que estaba oculto. Cada trama es un mapa que no se puede leer, pero se puede sentir.

La tejedora no juzga lo que el alma recuerda. No corrige. No interpreta. Solo acompaña. Solo borda. Solo transforma el caos en diseño, el dolor en símbolo, el olvido en señal.

 

Y cuando el alma ve su propio tejido, algo se enciende. No es comprensión. Es reconocimiento. No es certeza. Es vibración. No es final. Es comienzo.

Porque la memoria no es archivo. Es materia viva. Y ella, la tejedora, la convierte en arte.


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