jueves, 27 de noviembre de 2025

Los mapas del alma: La protectora de la permanencia invisible

 

La protectora de la permanencia invisible

 

No lleva uniforme. No tiene autoridad. No impone reglas. Su tarea es más sutil: custodiar los vínculos que siguen vivos aunque parezcan dormidos. Los que no se nombran, pero laten. Los que no se frecuentan, pero sostienen.

 

Ella no pregunta si hubo distancia. No mide frecuencia. No exige explicaciones. Solo escucha la vibración que persiste. Y si aún hay resonancia, ella protege.

 

Su presencia es discreta. A veces aparece como una frase que llega sin motivo. A veces como una emoción que brota sin contexto. A veces como una certeza que no se puede explicar. Ella no interfiere. Solo cuida.

 

Cuida los pactos invisibles. Las memorias compartidas. Las promesas que no se rompieron. Los gestos que siguen resonando en el cuerpo. Porque sabe que la permanencia no siempre se ve. Pero siempre se siente.

 

La protectora no juzga si el vínculo cambió. Solo reconoce si aún vibra. Y si vibra, lo consagra. Lo guarda. Lo honra. Porque en un mundo que celebra lo nuevo, ella custodia lo que resistió.

Y cuando el alma la reconoce, algo se afirma. Algo se calma. Algo se agradece. Porque saber que un vínculo sigue vivo, aunque no se vea, es saber que el alma no está sola.

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