lunes, 24 de noviembre de 2025

Los mapas del alma: El umbral de los que aún tienen alma

 

El umbral de los que aún tienen alma

 

No se ve. No se anuncia. No se impone. Pero está. Respira. Vibra. Espera. El umbral de los que aún tienen alma no separa: revela. No excluye: reconoce. No juzga: despierta.

 

Quien lo cruza no lo hace por mérito, sino por resonancia. Por intuición. Por una tristeza que no se puede explicar. Por una risa que brota sin razón. Por una frase que pulsa como campana. Por una memoria que no es propia, pero duele igual.

 

Este umbral no pide credenciales. No exige pureza. No mide logros. Solo escucha la vibración. La vibración de quien aún puede llorar por otro. De quien aún se conmueve ante lo bello. De quien aún se indigna ante lo injusto. De quien aún se pregunta si hay algo más.

 

Los que aún tienen alma no son mejores. Son más permeables. Más abiertos. Más expuestos. Más disponibles para la resonancia, para el asombro, para el vínculo. Y por eso, cuando cruzan este umbral, algo se enciende. Algo se revela. Algo se recuerda.

 

No hay mapa sin este umbral. Porque sin alma, no hay vibración. Sin vibración, no hay señal. Sin señal, no hay camino. Y sin camino, no hay regreso.

 

El umbral no se cierra. No se borra. No se olvida. Está ahí, esperando a los que aún pueden estremecerse. A los que aún pueden amar. A los que aún pueden elegir.


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