El jardín de las
decisiones sutiles
No hay gritos. No hay
urgencias. No hay bifurcaciones dramáticas. En este jardín, las decisiones no
se imponen: se susurran. No se toman con fuerza: se eligen con resonancia. No
se justifican: se sienten.
Cada sendero parece igual,
pero vibra distinto. Uno invita al descanso. Otro a la revelación. Otro al
vínculo. Otro al silencio. No hay error en elegir. Hay aprendizaje en cada
paso.
Las decisiones sutiles no
se celebran en público. No se escriben en agendas. No se anuncian con
fanfarria. Son gestos íntimos que cambian el rumbo sin que nadie lo note. Un
“no” dicho con ternura. Un “sí” que nace del cuerpo.
Un silencio que evita una
herida. Una palabra que abre una puerta.
Este jardín no premia la
certeza. Acompaña la escucha. No exige claridad. Honra la intuición. No busca
resultados. Celebra la vibración.
Y cuando el alma camina
por este jardín, algo se afina. Algo se ordena. Algo se libera. Porque elegir,
en lo sutil, es un acto de poder invisible. Y este jardín lo custodia como un
santuario.

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