El lobo y el mapa invisible
En una noche de insomnio, cuando las estrellas parecían jugar a la payana en el cielo, un lobo se acercó a una mujer que no podía dormir.
El lobo llevaba en su pelaje un mapa invisible: no mostraba caminos, sino huellas del alma.
—Este es tu mapa —le dijo—. No sirve para viajar, sino para recordar. Cada línea es un recreo, cada curva una voz, cada sombra un abrazo que vuelve.
La mujer lo miró y entendió que el insomnio no era enemigo, sino guardián. El lobo la acompañó hasta que el sueño la alcanzó, y el mapa quedó sellado en su memoria como archivo coral.

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