El archivo de las promesas que aún vibran.
En un rincón del mapa que
no tiene coordenadas,
hay un archivo que no se
consulta,
pero que insiste.
No guarda documentos.
Guarda vibraciones.
Promesas que no se cumplieron,
pero que tampoco murieron.
Promesas que no fueron
pronunciadas,
pero que ya eran ley.
Este archivo no tiene
estantes.
Tiene pliegues.
Como si el tiempo se
hubiera doblado sobre sí mismo
para conservar lo que aún
puede cumplirse.
Allí están las palabras
que se dijeron en voz baja,
las miradas que
prometieron sin hablar,
los gestos que anunciaron
algo que aún no ocurrió.
No hay fecha de
vencimiento.
No hay firma.
No hay testigos.
Pero cada promesa vibra.
Como vibra una cuerda que
nadie tocó,
pero que recuerda.
El archivo no exige
cumplimiento.
Espera.
No reclama.
Respira.
Y cuando el alma lo
visita,
no encuentra reproches.
Encuentra posibilidades.
Encuentra esa sensación de
que algo aún puede ser.
De que lo que no ocurrió…
no está perdido.
Está latente.

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