Concatedral de la
Natividad de la Santísima Virgen María, Juneau (Alaska)
En la ciudad de Juneau,
rodeada de montañas nevadas y mares que nunca se congelan del todo, se alza la
Concatedral de la Natividad de la Santísima Virgen María. Es pequeña, casi
íntima, pero su voz resuena como un himno en medio del frío.
El Umbral del Hielo
Quien entra en la
concatedral deja atrás el viento helado y encuentra un refugio cálido. Sus
vitrales, modestos pero luminosos, pintan la penumbra con colores que recuerdan
auroras boreales. Es un umbral donde la nieve se disuelve en canto.
La Luz que Resiste
En Navidad, la comunidad
se reúne con pesebres iluminados y villancicos que desafían la oscuridad del
invierno. Afuera, la nieve cubre las calles; adentro, la fe florece como fuego
que nunca se apaga.
El Relato Épico
Los constructores del siglo
XIX levantaron un templo sencillo, pero firme como el hielo eterno.
Los creyentes del siglo
XXI lo convirtieron en símbolo de resistencia, donde cada Navidad es un acto de
esperanza.
La Concatedral de Juneau es más que madera y piedra: es refugio, es canto, es altar de luz en la Última Frontera.
En Alaska, la nieve cubre la tierra, pero la Catedral enciende la esperanza.

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