La estación de los
trenes que no se tomaron
Hay una estación que no
figura en los mapas oficiales.
No tiene andenes
numerados.
No tiene horarios.
No tiene boletería.
Pero está.
Y guarda todos los trenes
que no se tomaron.
Los que pasaron mientras
uno dudaba.
Los que se fueron porque
alguien llegó tarde.
Los que no se eligieron
por miedo, por amor, por cansancio, por fidelidad a otra cosa.
En esta estación no hay
reproches.
Hay ecos.
Hay vibraciones.
Hay esa sensación de que
algo pudo ser… pero no fue.
Y sin embargo, sigue
siendo.
Los trenes que no se
tomaron no desaparecen.
Se estacionan en esta
región.
Algunos duermen.
Otros sueñan.
Otros esperan.
No para que uno los tome
ahora.
Para que uno los recuerde.
Para que uno los honre.
Para que uno entienda que
no tomarlos también fue una elección.
Y cuando el alma entra en
esta estación, no encuentra tristeza.
Encuentra ritmo.
Encuentra sentido.
Encuentra esa música que
suena cuando algo no ocurrió… pero dejó huella.

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