En el
Teatro Colón
Las luces se
apagan y el silencio es absoluto. El Colón, con su acústica perfecta, recibe a
un coro que entona villancicos clásicos. Las voces se elevan como si fueran
ángeles escondidos en los palcos dorados. El público, vestido de fiesta, siente
que la Navidad se convierte en ópera: solemne, majestuosa, con un eco que
parece infinito.

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