El umbral de los
reencuentros que no se planearon
No hay agenda. No hay
cálculo. No hay estrategia. Este umbral se abre cuando dos almas se cruzan sin
haberlo previsto, pero con una resonancia que no se puede ignorar.
Aquí habitan los
reencuentros que no fueron organizados, pero que revelan algo esencial. Un
cruce en la calle que despierta una memoria. Una llamada inesperada que
consuela. Una mirada que reconoce sin haber visto antes. Un mensaje que llega
justo cuando el alma lo necesita.
Este umbral no responde a
la lógica. Responde a la vibración. No se activa por voluntad. Se activa por
sincronía. No se explica. Se siente.
Y cuando el alma cruza
este umbral, algo se conmueve. Algo se recuerda. Algo se repara. Porque los
reencuentros que no se planearon no son casuales: son señales. Son gestos del
mapa. Son coordenadas que el alma había olvidado, pero que el universo no.
Este umbral no se fuerza.
Se espera. No se busca. Se recibe. No se repite. Se honra.

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