sábado, 20 de diciembre de 2025

Relato atmosférico..

 


Relato atmosférico

 

El monasterio de Montserrat se erguía como un guardián de piedra. 

El frío atravesaba la piel, pero no era castigo: era señal de estar vivo, 

de estar presente en un lugar donde lo humano se toca con lo divino. 


 


Las voces de los niños se elevaban, puras, cristalinas, 

y cada eco era un latido de la montaña. 

La Moreneta, oscura y serena, custodiaba el misterio, 

rodeada de alabastro que velaba la luz. 

 



Entonces lo sentí: un puntazo en el estómago, 

no de dolor, sino de plenitud. 

Era mi alma brincando, elevándose, 

como si Dios mismo respirara a través de esas notas. 




 

El frío, la piedra, la música, la fe: 

todo se unió en un instante que no se repite. 

Un portento. Una revelación. 

 




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