martes, 23 de diciembre de 2025

Relato del nacimiento del Galileo

 


Relato del nacimiento del Galileo

 

En la noche más silenciosa del desierto, cuando las estrellas parecían encenderse como lámparas de un templo invisible, nació el Galileo. No hubo palacios ni coronas, sino un pesebre humilde, custodiado por animales que respiraban con calma, como si supieran que algo extraordinario estaba ocurriendo.

 

Dicen que al momento de su nacimiento:

 


Una estrella nueva apareció en el cielo, tan brillante que guió a sabios de tierras lejanas, quienes viajaron durante semanas siguiendo su resplandor.

Los pastores, sorprendidos por coros de voces celestiales, escucharon cánticos que hablaban de paz y esperanza para todos los pueblos.

 En los campos, los olivos florecieron fuera de estación, como si la tierra misma celebrara la llegada de un niño que traería consuelo.

 Los animales del establo se acercaron mansamente, formando un círculo protector, y algunos narran que incluso los lobos de las colinas se detuvieron esa noche, en silencio reverente.


 

Los sabios llegaron con regalos simbólicos: oro para reconocer su dignidad, incienso para honrar lo sagrado, y mirra para recordar la fragilidad humana. Cada gesto era un presagio de la vida que el Galileo viviría: entre lo divino y lo humano, entre la esperanza y el sacrificio.

 



Y así, en la sencillez de un pesebre, comenzó un relato que se transformó en mito universal: el nacimiento de un niño que, más allá de credos, encarna la promesa de paz, justicia y amor para todos los pueblos.

 


 Villancico


Nació en la noche callada, 

con estrellas de guardián, 

los lobos velan su sueño, 

la tierra florece en paz. 

 

Pastores oyen los coros, 

sabios siguen la señal, 

un niño abre los caminos, 

Galileo universal.







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