La testigo de los
instantes que sostuvieron el alma sin que nadie lo notara.
No lleva uniforme. No
tiene credenciales. No aparece en las fotos.
Pero estuvo ahí.
Cuando alguien sostuvo la
mirada de otro que estaba por quebrarse.
Cuando una mano se apoyó
en un hombro sin decir nada.
Cuando alguien se quedó un
rato más, aunque ya no hacía falta.
Ella estaba.
No toma notas. No graba.
No interrumpe.
Solo mira.
Y al mirar, consagra.
La testigo no busca lo
espectacular.
Busca lo que sostuvo.
Lo que evitó que alguien
se cayera.
Lo que no se celebró, pero
fue esencial.
A veces aparece como una
mujer que prepara café sin que nadie lo pida.
Como un hombre que escucha
sin opinar.
Como un niño que se queda
cerca, sin preguntar nada.
Ella no habla.
Pero su silencio guarda.
Guarda el instante en que
alguien eligió no irse.
El segundo en que alguien
respiró hondo y siguió.
El gesto que no se
registró, pero que sostuvo el alma.
Y cuando el alma la
reconoce, algo se afloja.
Algo se honra.
Algo se agradece.
Ella no habla.
Pero su silencio guarda.
Guarda el instante en que
alguien eligió no irse.
El segundo en que alguien
respiró hondo y siguió.
El gesto que no se
registró, pero que sostuvo el alma.
Y cuando el alma la
reconoce, algo se afloja.
Algo se honra.
Algo se agradece.
Porque hay instantes que
no figuran en los relatos,
pero que fueron todo.
Y ella los guarda.
Como quien guarda una
semilla.
Como quien guarda una
canción que aún no se cantó.
Como quien guarda el
mundo, sin que nadie lo note. Ella no
habla.
Pero su silencio guarda.
Guarda el instante en que
alguien eligió no irse.
El segundo en que alguien
respiró hondo y siguió.
El gesto que no se
registró, pero que sostuvo el alma.
Y cuando el alma la
reconoce, algo se afloja.
Algo se honra.
Algo se agradece.
Porque hay instantes que
no figuran en los relatos,
pero que fueron todo.
Y ella los guarda.
Como quien guarda una
semilla.
Como quien guarda una
canción que aún no se cantó.
Como quien guarda el
mundo, sin que nadie lo note. Ella no
habla.
Pero su silencio guarda.
Guarda el instante en que
alguien eligió no irse.
El segundo en que alguien
respiró hondo y siguió.
El gesto que no se
registró, pero que sostuvo el alma.
Y cuando el alma la
reconoce, algo se afloja.
Algo se honra.
Algo se agradece.
Porque hay instantes que
no figuran en los relatos,
pero que fueron todo.
Y ella los guarda.
Como quien guarda una
semilla.
Como quien guarda una
canción que aún no se cantó.
Como quien guarda el
mundo, sin que nadie lo note. Ella no
habla.
Pero su silencio guarda.
Guarda el instante en que
alguien eligió no irse.
El segundo en que alguien
respiró hondo y siguió.
El gesto que no se
registró, pero que sostuvo el alma.
Y cuando el alma la
reconoce, algo se afloja.
Algo se honra.
Algo se agradece.
Porque hay instantes que
no figuran en los relatos,
pero que fueron todo.
Y ella los guarda.
Como quien guarda una
semilla.
Como quien guarda una
canción que aún no se cantó.
Como quien guarda el
mundo, sin que nadie lo note.Porque hay instantes que no figuran en los
relatos,
pero que fueron todo.
Y ella los guarda.
Como quien guarda una
semilla.
Como quien guarda una
canción que aún no se cantó.
Como quien guarda el
mundo, sin que nadie lo note.

No hay comentarios:
Publicar un comentario