En esta cama
heredada, descansaron mis padres a los que sucedí, en ella columpiaron sus
sueños y se estremecieron por inquietantes pesadillas, se embrollaron más de
una vez en las sabanas, agitándolas de
pasión o desvelo.
Esta cama hoy
cobija mis sueños, abrazo mi almohada, en su funda oculto un tesoro, un
secreto, un sobre, mientras se mecen mis ilusiones, el aroma varonil de tu
perfume me narcotiza envolviéndome en alucinaciones. Esa carta, esos poemas de
amor, postales de ese amanecer rojizo, donde el oleaje del mar, fue la música
donde danzamos en nuestras irrealidades. En ese soñar estar juntos.
Música que
regresa a mis oídos, la alquimia renace
cuando duermo, dos estrellas brillan en mis manos, las que pusiste para que iluminaran
mis quimeras y las noches más oscuras. La cavidad celestial en mi techo
centellante. Nuestras miradas al cielo; el arrobado instante del encuentro, la
sonrisa, nuestro cálido aliento y un beso.
El silencio perturbado sólo por
latidos.
Mi erario
personal más preciado, está oculto en esta cama, memorias vanas, recuerdos que
se desvanecen a lo lejos. Angustia nacida de haber perdido lo
amado en otro tiempo; la desazón que me da no escuchar cada noche ese
dulce -“hasta mañana”-.
Alejandra
Arqués Arranz
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