viernes, 21 de noviembre de 2025

Los mapas del alma: El guardián de los pactos

 

El guardián de los pactos

 

No tiene rostro fijo. A veces es anciano. A veces es niño. A veces es sombra. A veces es luz. El guardián de los pactos no habla mucho, pero su presencia se siente. Está en el temblor de un encuentro. En la vibración de una mirada. En el silencio que une sin explicación.

 

No decide quién se encuentra. No fuerza los vínculos. Solo custodia los pactos que las almas hicieron antes de olvidar. Pactos de amor, de aprendizaje, de espejo, de desafío. Pactos que duelen, que sanan, que despiertan. Pactos que parecen casuales, pero no lo son.

 

El guardián no juzga si cumplís o fallás. Solo recuerda. Solo señala. Solo susurra: “Esto ya lo elegiste. Esto también es parte del mapa.” Y si el alma escucha, algo se enciende. No es certeza. Es reconocimiento. Es vibración. Es memoria sin palabras.

 

A veces, el guardián aparece en sueños. A veces, en frases que no sabés por qué te conmueven. A veces, en personas que te sacuden. No viene a explicar. Viene a activar. Viene a revelar que el vínculo es sagrado, aunque duela. Que el encuentro es señal, aunque confunda.

 

Y cuando el alma honra el pacto, aunque no lo entienda, el guardián sonríe. No porque se cumpla un deber, sino porque se despierta una conciencia.

 


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