Rimbaud, Baudelaire, Lautréamont, Poe o Lovecraft
La luna se derrama sobre el lienzo como un vino
enfermo.
Ella es fuego y sombra, juventud que arde sin saber
por qué.
El mar del cuadro grita en colores que no existen.
Y yo salto sobre la alegría como una fiera,
sordamente.
El pincel es un cuchillo que no corta, pero hiere.
La infancia me persigue con sus alas rotas.
Todo lo que toco se convierte en fuga.
Y sin embargo, río.
Río como quien ha visto a Dios y lo ha escupido.
La tela vibra como un cuerpo que no quiere ser tocado.
Hay sangre en los bordes, pero nadie la ve.
El cuadro no representa: el cuadro arde.
Y yo, que fui niño y relámpago, lo entiendo.
Porque también fui trazo, y también fui herida.
Y ahora soy sombra que escribe.
Soy el que regresa sin nombre.
Soy el que pinta con rabia lo que otros llaman
belleza.


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